El antiguo Egipto y la antigua Grecia nos obsequian con dos figuras 
pertenecientes al dios Min y dios Príapo, respectivamente. En África era
 costumbre en algunas culturas la utilización de piedras atadas al pene 
con la pretensión de conseguir un incremento en su longitud. Países de 
oriente como Corea asocian tamaño peneano con vigorosidad y juventud, en
 cambio la retracción es asociada a envejecimiento y pérdida de potencia
 sexual.
En la actualidad en nuestra sociedad se ha generado un incremento 
notable de consultas médicas demandando métodos de ayuda para conseguir 
aumentar el tamaño del pene, tanto en grosor como en longitud. Esta 
actitud ha venido alimentada por la generalización de hábitos y 
costumbres hasta ahora minoritarios o incluso inexistentes. De todos 
ellos cabe destacar en primer lugar el aumento y diversidad de medios 
divulgativos de la pornografía, la proliferación de playas nudistas y 
comportamientos menos puritanos en los vestuarios de los centros de 
deporte. Todo ello unido a la «congénita» obsesión que el hombre siempre
 ha tenido con el tamaño de SU pene, ha llevado a la búsqueda de 
“soluciones” para este problema.