Las mejores historias son aquellas en las que es difícil discernir la realidad de la ficción. La que da origen al curioso parque Haesindang, más conocido como el parque de los penes, es una de ellas. La hilaridad de este jardín nace de una tragedia que tuvo lugar el día de la boda de una joven virgen con su novio pescador. Horas antes del casamiento, éste se fue a faenar a la costa surcoreana de Samcheok para tener un presente que entregar a su futura mujer. Algo que jamás le llegó a ofrecer ya que, durante una cruenta tormenta que arreció aquel día, la joven terminó ahogándose en un lago. Tras este suceso, los pescadores de la zona estuvieron bastante tiempo sin capturar ningún pez. Como si toda la fauna marina hubiese desaparecido misteriosamente. Un período de escasez que terminó cuando uno de los marineros, cansado de esperar, eyaculó sobre las aguas. Mano de santo. La pesca volvió a ser la que era y, para homenajear tanto este acto como a la virgen, los lugareños decidieron erigir un santuario en el que se rendía culto a una escultura fálica.