Esto representa un trauma para las fibras neurovasculares que inician y
mantienen la respuesta eréctil, y para las estructuras adyacentes. El
procedimiento se asocia a menudo con efectos no deseados (insuficiencia
venosa, falta de oxigenación en los cuerpos cavernosos y fibrosis en el
pene) que son causa habitual de disfunción eréctil.
Son condicionantes ciertos factores como la edad, la masa corporal, el
grado de función eréctil previo a la operación, y fundamentalmente el
grado de preservación de las fibras neurovasculares en la cirugía.
Los programas de rehabilitación de la erección tratan
de prevenir o revertir estos procesos indeseados para que el paciente
recupere la función eréctil al nivel que tenía antes de la operación.
Para ello se aplican estrategias farmacológicas y/o mecánicas que
retienen el flujo de sangre en el pene.
No se ha señalado ningún régimen más efectivo que otro ni está claro el
momento adecuado para aplicarlo, así que tenga usted en cuenta que
varias estrategias pueden ser igualmente válidas. En lo que sí están de
acuerdo los especialistas es que el comienzo del programa y el de la
actividad sexual tengan lugar lo más pronto posible tras la cirugía.
Con ello se trata de mejorar la oxigenación, preservar la función
endotelial y evitar el daño muscular y los cambios estructurales de los
cuerpos cavernosos.