Según explican desde la Unidad de Urología y Andrología del Hospital Ruber Internacional en este informe, puede llegar a ser algo habitual en la población, tal es así que su prevalencia tiene una amplia variabilidad que va desde el 1% al 20%. Algunos datos indican que hasta un 10% de la población.
"Los cálculos renales son más frecuente en el varón,
a una edad media-alta, y también la expulsión de esos cálculos es más
dificultosa en el varón (por su sistema urinario)", explica a EL ESPAÑOL
el urólogo Natalio Cruz, director médico de la Clínica Andromedi (con sede en Sevilla, en Canarias y próximamente en Madrid).
Las piedras o cálculos en el riñón
pueden afectar a cualquier parte de las vías urinarias, desde los
riñones hasta la vejiga. Estos cálculos se forman por el aumento de los
componentes de los cristales de la orina como el calcio, el fosfato, el
ácido úrico, el oxalato, etc. De ahí que existan diferentes tipos de
piedras. Algunas de las principales: piedras de calcio; de ácido úrico;
de estruvina o cálculos de cisteína (muy poco comunes).
Los cálculos no suelen dar síntomas, hasta que
comienzan a desplazarse por el riñón o hasta que pasan por el uréter. En
ese momento -informa la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) en
este artículo de su página oficial- se puede experimentar: dolor lumbar, dolor intenso en la zona de los riñones, orina que puede ser de color rosado, rojo o marrón
y con mal olor, incluso con sangre al orinar, ganas de ir al baño con
mayor frecuencia. También náuseas y vómitos. Incluso, fiebre o
escalofríos si hay infección.
Sin embargo, es importante saber que hasta el 70% de
las veces, las personas pueden expulsar estas piedras de forma
espontánea por la orina, a través de una buena hidratación, es decir, bebiendo abundante agua de baja mineralización. Pero todo depende del tamaño del cálculo.