Las últimas alarmas se escucharon durante el Congreso de la Sociedad Europea de Endocrinología, que se celebró en mayo en Lyon. El doctor Mykola Lykhonosov, de la Universidad Estatal de Medicina Pavlov First, de San Petersburgo, en Rusia, presentó los resultados de una encuesta anónima realizada por su equipo entre hombres que asisten regularmente al gimnasio. De 550 encuestados, el 30,4% admitió que usaba esteroides, el 74,3% de los usuarios tenía entre 22 y 35 años de edad y el 70,2% de estos confesó que conocía los efectos secundarios, y a pesar de ello, eligen seguir tomándolos. “Esto plantea serias preocupaciones, no solo por su propia salud, sino también por las generaciones futuras, ya que se sabe que los efectos secundarios de los anabolizantes dañan los espermatozoides y aumentan el riesgo de disfunción sexual, enfermedades cardiacas y daño hepático”, alertó Lykhonosov.
"El uso de estas sustancias reduce el tamaño de los testículos y la cantidad de espermatozoides". Un punto de partida puede ser insistir en las consecuencias más visibles y que dan de pleno en los rasgos masculinos: encogimiento de los testículos, ginecomastia (aumento de las mamas), disminución del número de espermatozoides y alopecia. ¿Cuándo empiezan esas manifestaciones? Ignacio Moncada, jefe del Servicio de Urología, Unidad del Varón y Cirugía Robótica del Hospital Universitario La Zarzuela, de Madrid, explica a Alimente: “A partir de los 3 meses de tratamiento comienza a notarse el bloqueo de eje hipotálamo-hipófisis-testículo, que es la consecuencia del uso de anabolizantes esteroideos (derivados sintéticos de la testosterona)”, y añade que el uso de estas sustancias frena a los testículos en su capacidad de producir testosterona y, en consecuencia, reduce su tamaño y la cantidad de espermatozoides”El urólogo destaca el impacto de la caída de espermatozoides, que “desde luego causa infertilidad y a veces esterilidad permanente si el tratamiento se ha hecho durante periodos largos y la atrofia del epitelio germinal es muy avanzada”. Este argumento, unido a la alerta de Lykhonosov, lleva a temer por la continuidad de la raza humana, una idea que se esfuma con la aclaración de Moncada: “Normalmente, si el uso de anabolizantes es limitado en el tiempo (unos meses), la producción de espermatozoides se suele recuperar sin secuelas”. Además, rebaja la alarma del médico ruso sobre el impacto en las generaciones futuras y asegura que los efectos sobre los espermatozoides “no se transmiten a la descendencia; el problema es que cuesta tener descendencia”.
El urólogo de La Zarzuela también tranquiliza acerca de otras consecuencias como la disfunción eréctil o la alopecia androgénica, que “tiene más que ver más con factores genéticos que con la cantidad de testosterona circulante”.