problemas infecciosos, dolor y frustración durante la micción y en la
sexualidad masculina, tanto a nivel personal como en sus relaciones de
pareja, sobre todo en las etapas vitales de la pubertad y la juventud.
Todos los bebés varones nacen con una fimosis fisiológica. Su
prepucio está como pegado o fusionado al glande. Con el paso de los
meses esta condición suele desaparecer de tal manera que, transcurrido
un año, el 50% de los niños deja atrás su fimosis”, destaca la Dra.
Carmen González Enguita, jefa del Servicio de Urología del Hospital
Universitario Fundación Jiménez Díaz.
A los tres años ya no se observará este problema prepucial en el 90%
de los casos y se estima que menos de un 2% de los adolescentes de 17
años de edad conservan su fimosis.
La fimosis se suele clasificar según la afectación visual del prepucio y el glande:
- Puntiforme:
el estrechamiento del prepucio se sitúa únicamente en la parte del
orificio -meato- mientras que el resto mantiene un aspecto normal. Este
tipo de fimosis puede dificultar la micción porque llega a ocultar
prácticamente todo el glande y su meato.
- Cicatricial:
la parte exterior de la piel del anillo prepucial se engrosa o
endurece, generalmente como consecuencia de episodios previos de
balanopostitis (inflamación del glande y el prepucio).
- Anular:
Todas aquellas otras formas y situaciones en las que no se permite la
salida del glande y hay un fracaso en la retracción de la piel.