Cuando Sara Martínez Breijo empezó las prácticas de Medicina y a preparar el mir, tuvo claro
que quería ser uróloga. Había hecho la carrera en la Universidade de
Santiago y se inclinó por el
Chuac
para hacer la especialidad. Nada más terminarla «ya me quedé aquí,
implicada en la rama de la uroncología», dice esta doctora que acumula
ya quince años de trabajo en el Hospital Universitario A Coruña.
En el
mes en el que el movimiento movember (palabra que surge de
mezclar mostacho y noviembre) impulsa a sus compañeros de profesión a
dejarse bigote, ella aporta a la campaña su insistencia en divulgar
información para concienciar sobre la importancia de cuidar la salud
masculina.
Aunque tratan también patologías femeninas, urología parecía una
especialidad reservada a hombres. ¿Cómo la reciben los pacientes
varones?
—Muy bien. Nunca he tenido ningún problema. No noto reticencias por ser
mujer, el varón lo que quiere es que el facultativo lo atienda bien, que
te preocupes por él, por su salud, por su bienestar, que le
proporciones opciones de tratamiento... Y cada vez somos más mujeres.
Cuando empecé aquí solo éramos dos, igual entonces sí chocaba más, pero
en poco tiempo se ha ido normalizando. El paciente lo que más valora es
la profesionalidad, sobre todo si llega con inquietudes. Le gusta
encontrarse una cara afable, que le transmita con tranquilidad la
información sobre lo que le pasa, que te pares con él... Que el
diagnóstico del
cáncer no se diga como si fuera una cosa más, y eso en nuestro servicio intentamos cuidarlo mucho.