John Lattimer, había sido profesor de la Universidad de Columbia y coleccionista de
reliquias militares, algunas de ellas un poco macabras. Cabe mencionar,
que en la época en que murió Napoleón se concedía mucha importancia a
las reliquias de personajes famosos. Tras la batalla de Waterloo, las
posesiones del emperador fueron expuestas en distintas localidades de
Inglaterra.
Además del pene, había otras partes corporales: dos
trozos intestinales, adquiridos por el Museo Real del Colegio de
Cirujanos de Inglaterra en 1841. Estos trozos fueron destruidos en la
Segunda Guerra Mundial durante un ataque aéreo.
El pene de Napoleón sigue dando que hablar aún a estas alturas de la
historia. Lógicamente, una figura histórica tan famosa está rodeada de
mitos, leyendas y simbolismos. Curiosamente, ya desde su muerte se
intentó desvirtuar el mito de su potencia sexual. Por
órdenes de uno de sus enemigos, el clérigo Vignali, se cortó el pene del
cadáver de Napoleón y esté ha pasado por varias manos a partir de ese
momento. El pene estuvo en posesión de la familia Vignali durante muchos
años. Se supone que el clérigo no perdonó nunca a Napoleón que lo
acusara de impotente.