Respecto a sus funciones, explica que son cuatro. En primer lugar, la del "diagnóstico
de aquellas enfermedades potencialmente tratables (diagnóstico
etiológico), de patologías relevantes para la salud del paciente, de
anomalías genéticas transmisibles a la descendencia y anomalías
genéticas que disminuyan la eficacia de las TRA".
Además, "debemos proporcionar a los paciente un pronóstico, y
asesorar sobre las posibilidades de conseguir gestación espontánea,
identificar a los pacientes que no necesitan mas que TRA, dar un
propósito sobre las posibilidades de recuperación quirúrgica de
espermatozoides para FIV-ICSI y aconsejar sobre la utilización de
espermatozoides de banco de donante de semen". En este sentido, expone, "existen
diversas etiologías con tratamientos específicos que deben intentarse
antes de pasar a los tratamientos de reproducción de asistida".
Así pues, "deberían proponerse tratamientos solo en casos en los
que se haya establecido un diagnóstico etiológico y este tenga un
tratamiento específico con posibilidades de éxito razonables, y además,
no debería haber diagnósticos asociados que puedan comprometer el
resultado del tratamiento. Y claro está, antes hay que tener en cuenta
factores como los años de infertilidad, la existencia de patología
concomitante en la mujer, incluida la edad, y lógicamente, los deseos de
la pareja".