Pocos trabajos científicos han tenido un impacto tan duradero en la medicina y la salud física como los ejercicios de Kegel, descritos por primera vez en 1948 por el ginecólogo estadounidense Arnold H. Kegel. Esta práctica, comúnmente recomendada en la actualidad, consiste básicamente en contraer los músculos del suelo pélvico (PFM, por sus siglas en inglés), cruciales para sostener los órganos pélvicos. Y, aunque en el caso de las mujeres el objetivo principal es prevenir el cistocele y el rectocele (ambos prolapsos vaginales), así como la incontinencia urinaria, está demostrado que cuando son realizados de manera correcta y habitual por los hombres se reduce considerablemente el riesgo de sufrir problemas propios del género masculino, como la disfunción eréctil o la eyaculación precoz.